Cuando se habla hoy de grandes contratos en el mundo del deporte, ya no entra en juego la pasión que se generaba en esos grandes atletas de épocas pasadas, quienes jugaban por verdadero amor a lo que hacían y no por el famoso “Don Dinero” que ha causado grandes cambios en la visión del deporte como tal, esencialmente en estos países donde la pobreza es el pan de cada día.
Para estos tiempos sólo se piensa en andar en el mejor vehículo disponible y tener los mejores lujos. Claro que no criticamos el hecho de que un jugador logre un jugoso contrato, algo que garantiza para él y su familia el bienestar de una vida más placentera y poder dejar atrás los escollos de la pobreza que arropó la infancia de muchos de ellos.
Ahora bien, lo malo que veo en algunos deportistas es que por encima de todo sobresale la palabra “dinero”, dando a entender que el deporte pasa a un segundo plano y el “negocio” es lo principal, porque eso es lo que aprenden cuando comienzan a desarrollar su talento en cualquier disciplina del área deportiva.
Me refiero a este tema por varios jugadores del beisbol de Grandes Ligas que son dominicanos y en sus propias palabras ha sobresalido el hecho de que cambian de posiciones si les ofrecen mayor cantidad de dólares. Como reza el muy gastado refrán, para muestra un botón: “Solamente cambiaría de posición y saldría del campo corto si me renuevan mi contrato actual”, dijo Ramírez a ESPNdeportes.com.
Aunque él especifica que firmó como torpedero y que está muy bien en esa posición, logró un contrato que le reportará más de 70 millones de dólares por los próximos seis años. Ustedes leyeron bien, ¿esa cifra no sería suficiente para garantizar el futuro de una familia pobre en República Dominicana?. Pero claro, vamos a pensar que Ramírez sólo traiga a este país 30 millones de dólares, ¿tampoco alcanzaría esta suma para vivir cómodamente con sus familiares?.
Otro buen ejemplo es el de Manny Ramírez, con sus 36 años de vida y su dejadez en ciertos momentos del juego, aspira un contrato de cinco años y unos 100 millones de dólares. Pero recuerden, él ya ganó con Boston unos 160 millones en ocho años y todavía, como dicen muchos, “debe asegurar el futuro de su familia”.
Ahora miremos el caso del futbolista Romario de Brasil, de 42 años de edad, quien le dijo al Vasco de Gama: “Te quiero, pero no toques mi dinero”, unos 16 millones de dólares, por una supuesta deuda que el club de “sus amores” contrajo con él mientras era jugador y técnico.
Otro caso interesante es el “sacrificio” que realizó Alex Rodríguez de dejar la posición de campo corto para jugar tercera base con los Yankees de Nueva York. Recuerden que el contrato por este supuesto esfuerzo era en ese tiempo de 275 millones de dólares. ¿Verdad que suena bonito esa cantidad de ungüento verde?.
Después de todo, ellos cumplen con una responsabilidad que requiere mucha energía, consagración y un extra de su parte para lograr grandes beneficios, pero es el signo del “Dinero” el que en muchas ocasiones los conduce a olvidar ese pasado de humildad que debe caracterizar a estos hombres que de una forma justa logran escalar grandes peldaños en sus vidas, muchas veces fuera de sus familias. Por eso les digo: ¡No Dejen a un lado su amor por el deporte!...
Para estos tiempos sólo se piensa en andar en el mejor vehículo disponible y tener los mejores lujos. Claro que no criticamos el hecho de que un jugador logre un jugoso contrato, algo que garantiza para él y su familia el bienestar de una vida más placentera y poder dejar atrás los escollos de la pobreza que arropó la infancia de muchos de ellos.
Ahora bien, lo malo que veo en algunos deportistas es que por encima de todo sobresale la palabra “dinero”, dando a entender que el deporte pasa a un segundo plano y el “negocio” es lo principal, porque eso es lo que aprenden cuando comienzan a desarrollar su talento en cualquier disciplina del área deportiva.
Me refiero a este tema por varios jugadores del beisbol de Grandes Ligas que son dominicanos y en sus propias palabras ha sobresalido el hecho de que cambian de posiciones si les ofrecen mayor cantidad de dólares. Como reza el muy gastado refrán, para muestra un botón: “Solamente cambiaría de posición y saldría del campo corto si me renuevan mi contrato actual”, dijo Ramírez a ESPNdeportes.com.
Aunque él especifica que firmó como torpedero y que está muy bien en esa posición, logró un contrato que le reportará más de 70 millones de dólares por los próximos seis años. Ustedes leyeron bien, ¿esa cifra no sería suficiente para garantizar el futuro de una familia pobre en República Dominicana?. Pero claro, vamos a pensar que Ramírez sólo traiga a este país 30 millones de dólares, ¿tampoco alcanzaría esta suma para vivir cómodamente con sus familiares?.
Otro buen ejemplo es el de Manny Ramírez, con sus 36 años de vida y su dejadez en ciertos momentos del juego, aspira un contrato de cinco años y unos 100 millones de dólares. Pero recuerden, él ya ganó con Boston unos 160 millones en ocho años y todavía, como dicen muchos, “debe asegurar el futuro de su familia”.
Ahora miremos el caso del futbolista Romario de Brasil, de 42 años de edad, quien le dijo al Vasco de Gama: “Te quiero, pero no toques mi dinero”, unos 16 millones de dólares, por una supuesta deuda que el club de “sus amores” contrajo con él mientras era jugador y técnico.
Otro caso interesante es el “sacrificio” que realizó Alex Rodríguez de dejar la posición de campo corto para jugar tercera base con los Yankees de Nueva York. Recuerden que el contrato por este supuesto esfuerzo era en ese tiempo de 275 millones de dólares. ¿Verdad que suena bonito esa cantidad de ungüento verde?.
Después de todo, ellos cumplen con una responsabilidad que requiere mucha energía, consagración y un extra de su parte para lograr grandes beneficios, pero es el signo del “Dinero” el que en muchas ocasiones los conduce a olvidar ese pasado de humildad que debe caracterizar a estos hombres que de una forma justa logran escalar grandes peldaños en sus vidas, muchas veces fuera de sus familias. Por eso les digo: ¡No Dejen a un lado su amor por el deporte!...
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