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Cuando Arodis Chapman hizo su debut en las mayores con los Rojos de Cincinnati, y resolvió a la perfección el noveno inning, para que se impusieran los líderes de la División Central de la Liga Nacional.
Efectuó ocho lanzamientos, la mitad de los cuales llegó al menos a 100 mph en el marcador del Great American Ball Park. Dos tiros al plato alcanzaron las 102 mph.
Pero Chapman lo ha hecho incluso mejor.
En la sucursal de la Triple A en Louisville, llegó a 104 y 105 mph en la pistola de radar, lo que convirtió su recta en una especie de leyenda urbana, aún antes de llegar a las Grandes Ligas.
A los aficionados les encantan esos altos números. La multitud rugió cada vez que una recta de Chapman llegó a la mascota del catcher el martes, durante el triunfo por 8-4 sobre Milwaukee.
Pero, ¿hay algo en los lanzamientos, además de la fascinación que provocan?
Seguramente. Sólo habría que preguntarles a los bateadores.
"El viejo adagio dice que la velocidad te mata, y es cierto", dijo Joe Morgan, miembro del Salón de la Fama, entrevistado el miércoles. "Los chicos que tiran duro son los más exitosos, porque esto también se relaciona con la intimidación. Si un lanzador tira realmente duro y la pelota llega ahí rápido, interviene también el miedo".
Los tres bateadores de los Cerveceros que enfrentaron a Chapman tuvieron problemas para encontrar su mejor lanzamiento.
Abanicó a Jonathan Lucroy con una recta de 98 mph, un slider de 86 mph, una rápida de 102 mph y otro slider de 86 mph. Craig Counsell recibió una recta de 100 mph y otra de 102, la que conectó en un rodado al campocorto. El emergente dominicano Carlos Gómez también fue retirado mediante dos lanzamientos, una recta de 101 mph y otra de 98, para un roletazo a la intermedia.
"Creo que él puede ser un arma para ellos. Hay que aceptarlo, los pitchers que lanzan así de duro asustan", dijo Counsell. "Por eso los taponeros suelen tener una gran recta".
Un investigador de Louisville Slugger destacó el miércoles que se requiere de menos de un tercio de segundo para que una pelota viaje los 55 pies al plato una vez que sale de la mano de Chapman a más de 100 mph. Así, un bateador no tiene tiempo de decidir y comenzar el swing.
No se puede ni parpadear.
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