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Pat Riley ahora ha concretado su movida más audaz hasta la fecha, abriendo suficiente espacio en el tope salarial para traer a LeBron James y Chris Bosh para jugar junto a Dwyane Wade. Seguro, Riley no tuvo que hacer demasiado trabajo, dado que la amistad que los jugadores forjaron en la selección de Estados Unidos los hizo querer jugar juntos de manera habitual.
Pero Riley fue quien lo facilitó, haciendo que el sueño fuera financieramente posible, y será responsable de rodearlos con las piezas adecuadas para cumplir lo que es prácticamente una obligación: ganar el campeonato.
Y hay buenas razones para creer en Riley. Pueden revisar todas sus transacciones como presidente del Heat y no encontrarán un solo intercambio en el que haya "perdido". Tampoco encontrarán un jugador del cual se arrepienta haber dejado ir.
Wade, James y Bosh son estrellas, pero este igual se siente como el equipo de Riley. Ningún otro ejecutivo establece y domina la cultura de un equipo como Riley lo hace con el Heat. Entre las dudas que existían cuando Beasley estaba ubicado como la selección obvia en el 2º lugar del draft, era si Beasley era el tipo de hombre que podía jugar para Riley. No importaba que Riley no fuera el entrenador en ese momento, y como resultó, nunca llegó a dirigirlo. Riles tiene sus maneras y sus hombres, incluso desde la gerencia.
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