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El manager Jim Leyland de los Tigres eligió a Galarraga para que presentara la alineación de Detroit en el plato antes del partido del jueves, con el fin de orquestar la emotiva reunión con Joyce. Se estrecharon las manos y el umpire le dio al pitcher una palmadita en el hombro.
Las decisiones erróneas de los árbitros forman parte de los deportes; baste recordar los muchos errores en octubre pasado en la postemporada del béisbol. Pero algo en torno a éste la oportunidad de corregir una falla, las emociones sinceras de todos los involucrados-- se extendió mucho más allá del estadio.
"Tengo que decir que nunca volveremos a ver algo igual en nuestras vidas", dijo Joe Girardi, el piloto de los Yankees de Nueva York.
Robert Gibbs, portavoz de la Casa Blanca, afirmó: "Espero que el béisbol le dé un juego perfecto a ese pitcher". Cuando se le dijo que las Grandes Ligas no iban a revertir la decisión del umpire, bromeó: "Vamos a trabajar en una orden ejecutiva (del presidente Barack Obama)".
"Creo que es enormemente alentador ver a alguien comprender que cometieron un error, y a alguien aceptar la disculpa de alguien que cometió ese error", señaló. "Creo que es una buena lección en el béisbol. Probablemente es una buena lección en Washington".
Don Denkinger --el umpire que falló una decisión en el sexto juego de la Serie Mundial de 1985, la cual contribuyó a que los Cardenales de San Luis no aseguraran el título sólo para perder después ante los Reales de Kansas City, estuvo de acuerdo con la decisión de Selig.
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