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Rodney Rogers reza para recuperar la movilidad tras el accidente que lo dejó paralizado
No está usando las manos, las que, al igual que el resto de su cuerpo paralizado, ya no puede mover tras sufrir un accidente de motocross en noviembre del 2008 que lo dejó cuadraplégico. En cambio, Rodney Rogers usa la cabeza la única parte de su cuerpo que puede controlar para tocar los sensores que tiene a su izquierda y su derecha, indicando la dirección en la que quiere encaminar su silla.
Varias enfermeras, así como su prometida, Faye Suggs, caminan delante y detrás de él. Ayudan a cargar a Rogers en su camioneta especialmente equipada en la cual, después de haber ingresado a través de una rampa electrónica, las enfermeras le conectan el tubo endotraqueal, que le sale del cuello y hace un círculo alrededor su cintura. La traqueotomía se debe mantener en todo momento para que Rogers pueda respirar.
Simplemente preparar a Rogers para salir de la casa lleva entre 30 minutos y una hora, por lo que el grupo decide ir al centro comercial después de la rehabilitación. Su meta es estar en casa entre las cinco y las seis de la tarde para que Rogers se encuentre en cama para las nueve de la noche, cuando toma su tercera y última ronda de medicamentos si es que puede mantenerse despierto tanto tiempo.
Así es la vida para el hombre cuyas pasiones fuera del básquetbol siempre giraron en torno de la actividad: motocross, carreras de ATV, paseos a caballo, la caza, jugar con sus tres hijos, incluso encargarse de la barbacoa para sus amigos en las noches de verano de Carolina del Norte. Después de retirarse de la NBA en el 2005, Rogers no se compró una mansión en California ni lanzó una línea de ropa o perfume.
En cambio, comenzó a trabajar para el Departamento de Obras Públicas de Durham como operador de máquinas y fundó una empresa de camiones, por lo que a veces llegaba a levantarse a las 3:30 ya que le encantaba estar en la ruta. Rogers pasó 12 años en la NBA, ganando el premio del Sexto hombre del Año en 2000 para Phoenix antes de ser intercambiado a Boston por Joe Johnson en 2002.
Ahora, Rogers mira deportes por televisión y se angustia cuando siente el aroma a pollo asado de la parrilla de su vecino. Todavía le encanta hablar de básquetbol y escucha a sus amigos discutir sobre las motos de tierra que siguen usando, incluso después de su accidente. Algunos amigos han dejado de visitarlo. Su familia, con excepción de sus dos hermanos, ha cortado vínculos por disputas financieras, a pesar de que su madre y hermana viven a 20 minutos.
Para Rogers y Suggs, vivir cada día se trata de creer que volverá a caminar. "Espero y rezo para en un futuro cercano recuperar los brazos, y luego tal vez las piernas", dice Rogers. "Si tuviera que caminar con un bastón o algo así, estaría bien. Sólo quiero volver a caminar".
Rogers dice que su prometida no quería que él hiciera motocross en Vance County, más o menos a una hora en coche de su casa de Durham, Carolina del Norte, en la mañana del accidente.
Cuando Suggs regresó a casa a las 5 pm, Rogers aún no había llegado. No obstante, ella no creyó que algo andaba mal hasta que uno de sus amigos la llamó y le dijo a Suggs que debía ir al Hospital Duke inmediatamente porque Rogers había sido trasladado allí.
Suggs llegó antes que la ambulancia y se quedó afuera, adonde la madre y la hermana de Rogers también estaban esperando. Cuando Rogers llegó, todavía consciente, vio a Suggs. "Por favor no te enfades conmigo", le dijo. "Creo que me rompí el cuello".
Rogers, un veterano del motocross, llevaba todo el equipo de protección necesario aquella tarde (casco, rodilleras, hombreras) excepto el cuello ortopédico. "Me había caído miles de veces antes y siempre había logrado amortiguar la caída", dice Rogers. Pero después de menos de una hora de circuito, cuando chocó contra la zanja que lo catapultó hacia adelante sobre el manillar, "supe que me había roto el cuello en cuanto me caí", dice Rogers.
Los médicos le dijeron a Rogers que tenía una probabilidad de supervivencia del 50 por ciento. Al día siguiente, le practicaron una cirugía intensiva, fusionando las vértebras C3 y C4 (la tercera y cuarta vértebra cervical). Su cuerpo continuamente entraba en shock por la gravedad de la lesión, mientras esperaba saber si recuperaría la movilidad.
"Es muy difícil porque no puedo hacer nada aparte de esperar a mis enfermeras", dice Rogers. "Tengo que esperar para que me bañen, me vistan, me pongan en mi silla de ruedas... Te cansas de ir de la cama a la silla de ruedas, de la silla de ruedas a la cama, y eso es todo lo que puedes hacer.
Rodney siempre pisó la tierra, nunca fue un deportista profesional viviendo en un mundo surrealista. A pesar de que nadie está preparado para esto, él lo entiende, algo que es muy importante".
Y en los días en los que lo malo excede lo bueno, Suggs está ahí, hablando y riendo con él. "Yo le digo que eso era el pasado", dice Suggs. "Es una bendición que estés aquí, así que vamos a concentrarnos en lo que tenemos.
Y tal vez un día, puedas dejar la silla a un lado.
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